viernes, abril 25, 2008

La segunda película de superhéroes de Nicolas Cage




No. No me estoy refieriendo a Ghost Rider 2, la cual sinceramente creo que nunca llegará a realizarse. El bueno de Nic sólo quería ver cumplido su sueño de interpretar a un héroe de cómic oficial. Ya lo ha conseguido. Pero eso no significa que Cage no pueda hacer más pelis de superhéroes y esta es una de ellas: NEXT.


La película cuenta la historia de Cris Johnson, un don nadie, un mutante, que tiene el poder de ver dos minutos en el futuro. Cris utiliza su poder para ganarse la vida como mago en una sala de fiestas de Las Vegas. También se gana un dinero extra jugando a las cartas en el Casino. Cómo no, utiliza su poder para ganar en el juego. La única excepción a su poder (ver sólo dos minutos en el futuro) son las visiones contínuas que tiene de una bella joven (a la que debe sacar unos veinte años) a la cual sabe que encontrará a una hora concreta en un lugar concreto en un futuro no definido. Por ese motivo cada día se presenta en ese lugar esperando a esa joven, que nunca se presenta.

No tiene grandes planes en la vida, ni una misión definida. Simplemente pasa los días y espera encontrar a su amada. No quiere servir al Gobierno, ni ser una rata de laboratorio, ni convertirse en un héroe.

En su camino, se cruza Callis Ferris, una agente del FBI, trasunta de Clarice Starling versión "Hannibal"(interpreta el personaje la misma actriz y lo hace igual que en aquella peli, Julianne Moore), cuya intención es reclutarle para salvar a su país de una amenaza terrorista nuclear en ciernes.


Como todo superhéroe que se tercie, Cris intentará vivir una vida normal junto a la mujer que ama, huir de su destino, pero es imposible, porque él ha nacido con un don, y un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Cage pone las mismas caras de siempre de no entender qué es lo que está pasando o porqué está ahí. La peli es totalmente comercial y poco tiene que ver con el relato de Philip K. Dick en el que se dice basarse (The Golden Man). Esperaba algo muy malo, pero me encontré con un par de ideas interesantes y giros inesperados que me gustaron.

Sólo faltó que en la escena final, Cage hubiera mirado a la cámara, como Bruce Campbell en Darkman, recitando un monólogo interior, algo así como "¿Quién soy? Mi nombre es...Next." Hubiera sido perfecto, para un piloto de 90 minutos rodado con 70 millones de dólares.

lunes, abril 21, 2008

Ex Machina, el cóctel imposible


Entre los radioaficionados, existe la consigna de no hablar nunca de política o religión, asuntos tabú por controvertidos. En los cómics de superhéroes, este parecía ser también una especie de acuerdo tácito durante muchos años, pero algo debe haber cambiado en la industria. El cómic es un arte suficientemente maduro como para que pueda utilizarse para hablar de cualquier cosa, desde los malos tratos hasta el Holocausto, y cuando se ha tratado de guerras, los superhéroes siempre han estado ahí para luchar contra el enemigo.

La situación internacional desencadenada a partir de los atentados del 11 de septiembre ha sido abordada con mayor o menor carga crítica en títulos como los Ultimates (una lúcida sátira de la, así llamada, "guerra contra el terror" emprendida por el gobierno USA), y en episodios de series como Thor (en el episodio en el que el Capitán América se enfrentaba al Dios del Trueno para impedir que este invadiera un país soberano para defender a sus fieles) o Capitán Marvel (en un divertido episodio en el que Peter David también satirizaba la política exterior norteamericana).

Lo que no puedo recordar es otro cómic donde la política fuera el eje de la narración hasta el punto de que su mismo protagonista fuera el alcalde de Nueva York, más aún, del Nueva York post-11S. Y en una carámbola todavía más improbable, que tal alcalde fuera un ex-superhéroe que habría logrado evitar que el segundo avión alcanzara el World Trade Center. Tan excéntrico y no poco delicado material, que en otras manos habría podido ser carne de un What If de dudoso buen gusto (sobre todo para el muy sensibilizado público americano), se convierte en manos de Brian K. Vaughan y Tony Harris en una brillante ucronía, y uno de los cómics más interesantes que he leído últimamente, avalado por el premio Eisner a la mejor nueva serie: Ex Machina.

Ya se han glosado en este blog las excelencias del trabajo de Brian K. Vaughan al frente de series como Runaways o Y, El Último Hombre. En Ex Machina, deja en evidencia su interés por contar historias que, sin dejar de lado la estricta fantasía y heroismo que envuelven los cómics de superhéroes, se permitan tocar temas mucho más cotidianos pero no por ello menos apasionantes, como los derechos civiles de los homosexuales, la legalización de las drogas, o por supuesto el omnipresente miedo social a la amenaza terrorista. Vaughan elude hábilmente abordar estos temas desde el adoctrinamiento o el discurso intelectual, que sin duda habrían sublevado, o aburrido, al público, y en vez de posicionarse sobre estas cuestiones, las convierte en el paisaje de la historia genuinamente fantástica de Mitchell Hundred, el ex-superhéroe reciclado en político, que ha de sobrellevar a la vez la responsabilidad de su cargo y los secretos de su pasado.

Pero el peso de la serie recae a partes iguales sobre Vaughan tanto como sobre Harris, en el que seguramente sea su mejor trabajo hasta la fecha, y que con su trazo detallado pero limpio, logra recrear una Nueva York perfectamente realista a la vez que un relato superheroico en el que se dan cita, sin solución de continuidad, la alta política y los villanos extravagantes, los temas sociales y la ciencia-ficción de aire retro (algunos de sus diseños parecen rescatados de su experiencia en la excelente Starman).

Sobran elogios para esta obra, que además de entretenida e impecable en su realización, ilustra a la perfección la tesis que los que amamos el cómic venimos apoyando desde siempre: que el cómic, con su lenguaje accesible y atractivo, es un medio ideal para toda clase de historias, tanto para entretener como para enseñar, para fascinar tanto como para invitar al debate y la reflexión. Si tuviera que elegir, preferiría vivir en un mundo en el que el 11 de septiembre, ni ninguna otra forma de terrorismo, hubiera existido. Pero en el mundo en el que nos toca vivir, bienvenidos sean más cómics como Ex Machina, capaces de retratar la Nueva York, y por extensión el mundo, del siglo XXI, con la misma lucidez que el más sesudo de los editoriales del Times. Pero mucho más divertidos.